Siempre pensó que sería feliz, que aunque existieran cosas que nublasen alguno de sus días, la felicidad sacaría brillo a todo aquello que la empañase. Soñaba con tener una vida llena, tan llena que tan solo necesitara compartir todo aquello que poseyera. Soñaba con ese cielo azul que un dia descubrió y que pensó que alguien le había dado esa tonalidad para que ella lo disfrutara.
Veía las estrellas y pensaba que todas las noches lucían con ese brillo para asegurarle que todo iría bien. Observaba lo fiel que era la luna al estar siempre en el lugar en el que se la esperaba y entendía que el no faltar a su cita afianzaba la idea de que todo sería constante en su vida. Disfrutaba de la luz y el calor del sol como señal de que las cosas más esenciales, como el cariño, el amor, la amistad siempre iluminarian su vida y tendria el calor de la gente querida.
Y, un día se despertó y no vió al sol resplandeciente como cada día.Un anochecer miró al cielo y la luna estaba oculta. Una noche alzó su mirada y las estrellas no estaban.
No quería pensar que algo, que todo estuviera fallando a la vez.Todo lo que le daba seguridad y confianza en su vida no podía desmoronarse. Y pensó, tan solo para descubrir y entender, que siempre aparecerían nubes que taparían las cosas más bellas, pero que a la vez, esas nubes traerían cosas diferentes a su vida, cosas que no eran malas, tan solo daban una nueva perspectiva a sus iluisones, a sus sueños... y pudo comenzar a disfrutar de los cambios que llegaban a su vida, pudo comprender que todo podía enseñarle a disfurtar, a valorar, a vivir...
Y, sin más, abrió los ojos y todo seguía en su sitio. El sol, la luna, las estrellas seguirían ahí, fieles a su cita, las nubes tan solo los ocultarían brevemente, nunca los harían desaparecer... y, simplemente sonrío, todo seguía igual.
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