Mirar hacia atrás duele. Tenía una vida con alguien a quién quería, con quién lo compartía todo, con quién pensé envejecer a su lado. De pronto, un día todo cambio sin ser consciente en ese momento hasta qué grado iba a cambiar. Lo que era mi hogar, mi refugio desapareció sin haberme dado cuenta de que eso sucedería. Y con ello se esfumó todo lo que creí tener, mi mundo se derrumbó y, solo veía vacio en todo aquello que se basaba mi día a día.
La soledad cubrió cada rincón de mi corazón. la desilusión y la decepción pintaron mi vida y me encontré viviendo una vida sin sentido, una vida que no reconocía como propia, una vida que no era vida. Y aquel que me había protegido, aquel que me había querido, que me cuidaba se convirtió en un completo extraño con el que ya no tenía sentido seguir caminado. Y aun teniéndole cerca comencé a andar sola sin saber a dónde dirigirme, sin saber que destino tendría ese nuevo trayecto.
Y ahí estaba con un nuevo rumbo, un nuevo sendero, sin haberme dado cuenta del grado de tristeza, decepción y soledad que había invadido mi existencia.
Dicen que la luz siempre se ve al final del recorrido y, justo allí estabas tú. Bendito sea ese momento en que llegaste hasta mí e iluminaste todo un nuevo mundo antes mis ojos. Has dado sentido a cada detalle, a cada acción, a cada costumbre, a toda rutina que pueda establecer. No solo has llenado el vacío que había en mi, sino que me has dado tanto y me sigues dando que reboso. Me siento una persona renovada, con nuevas ilusiones, con deseos, con pasión, con sueños, con futuro, con planes y ganas de realizarlos, con una vida por delante que jamás llegué a imaginar que pudiera llegar a vivir en algún instante.


No hay comentarios:
Publicar un comentario